Dejé la casa grande donde nos dejé a ambos como ambos. Dejé de jugarnos para aprender a jugarme, jugar y conjugarme de a uno, de a uno en presente constante; empeñé el recuerdo para comprarme libertades en las que pudiera bebernos siempre en pequeños sorbos de a poco sin tu consentimiento ni el de nadie. Dejé de fumar y de fumar de ti. Dejé de fu y de mar y de ti. Me bebo a ratos y a ratos también nos bebo, nos bebo en negros, nos trago bebiendo y bebiéndonos de a sorbos cortos como de pasado descompuesto, y nos anochezco para amanecerme así, amanecerme en cueros, amanecerme en cueros de mí sin ti.
Dejé de fumar y de fumarte. Tal vez deje también de bebernos en el café como recuerdo y entonces, ese día nos olvide.