miércoles, 12 de octubre de 2011

ME PASA QUE ME ENFERMO

Me pasa que me enfermo de ciudad y de días grises, de ver los sueños colgados en las ventanas al lado de las toallas mojadas y la ropa blanca recién lavada en esta vecindad contemporánea de dioses olvidados, de ideales rotos y de sangre brotando de las coladeras.
Sucede que se me revuelve en el vientre la masa de soledades cuando paso caminando entre la fonda de Doña Inés y el despacho contable. Me enfermo y me duelen las plantas de los pies y las pestañas cuando camino junto a los abarrotes silentes y magullados, las cafeterías con su olor a sueños podridos, los jardines de excremento emocional, las calles que cruzan por los esfínteres del hombre, por la entraña que desemboca los domingos.
Hay días como hoy, en que me enfermo tan sólo por mirar hacia el vacío, ese abismo, allá en el horizonte, que aguarda la caída en serie de toda hormiga con portafolios, de todo ente que ni si quiera puede voltear a verse a sí mismo.
Se me espesa la sangre con grumos de indiferencia, escupo flemas de dolor ajeno, e impotente lloro, enfermo lloro...porque duele.

sábado, 8 de octubre de 2011

DEBO SACARTE DE MÍ

Debo sacarte de mí. Tal vez comience por dejar de pensarte en las mañanas. Y a partir de pasado mañana, o un día después, deje de beberte en el café. Me han dicho que me dé tiempo, yo más bien quiero regalarme soledad y algunas copas de vino para asentar las memorias y sudarte.
He pensado quererte unos días más, los suficientes para que mi piel te absorba, para que mis ojos te escurran; los necesarios para hacer arder al tiempo y mis palabras todas, las dichas y las pensadas, las espantadas, las amorosas, quemarlas todas y hacer una hoguera en silencio que nos caliente el pasado para poder enfriarlo con aquello que no se dice, con el silencio que queda entre dos que se amaron tanto.
Unos días más de quererte tanto para que sepas que lo hago y hagas de ese amor lo que te plazca: mirarlo, masticarlo, escupirlo, abrazarlo, aventarlo por la ventana o echarlo al baño. Suena inútil, lo sé, pero quiero unos días más para terminar de comprender cómo es que se borra el tiempo y se hacen morir los años.
Que amar es un delirio alucinante, un mal demente de los hombres, una costumbre masoquista, una perversa manía; pero dejar de hacerlo se parece tanto a la muerte misma.

EL ADIÓS TÁCITO

En el silencio postergado y corrupto se me caen ardiendo las manos y los ojos amargos; en la distancia se me tuerce el tiempo y te quiere volver fantasma, pero esta noche no que esta noche me volvió a quemar el adiós tácito, este adiós escondido por miedo a ser pronunciado pero contundente, aunque con ganas de no ser llevado a cabo.