sábado, 1 de septiembre de 2012

APENAS

Apenas el silencio que deja una noche de luna azul. Apenas la sombra de un recuerdo borroso, de una palabra olvidada, de un ayer sin memoria. Apenas la sonrisa desdibujándose desde las esquinas, la mirada taciturna constipada de un tiempo que no fue tiempo, de un cielo que no llegó a ser paraíso ni infierno, apenas si purgatorio de mis escondidos secretos, depósito estéril de glorias. Apenas sus labios como el recuerdo de mis fugas, apenas su olor mezclado con mis ganas, apenas sus ojos que se han de volver verdugos si no los pongo a secar.

ME RASPAS

Me raspas la madrugada de vez en cuando y cuando tengo el tino al filo de la cama me raspas por el colchón o por la almohada. Me raspas el intestino con el espíritu que dejaste mordisqueado, me raspas el sueño y las horas. Estoy raspado hasta el tuétano por tu imposibilidad, por nacer idea y morir idea. Me raspas toda la tráquea cuando te metamorfoseas en suspiro como si existieras, y la boca del estómago también la tengo raspada por la ansiedad que generas cuando alguien te nombra. Me raspas, Amor, el silencio, que es lo único íntegro y casi puro pero has de rasparlo todo por donde pasas. Me raspas la sábanas, el aire, me raspas el tiempo y la sangre, me raspas, me raspas, hasta lo raspado me raspas. Raspas la palabra y mi sexo. No, mi sexo no está raspado, ese no te pertenece ni le pertenece a nadie, a veces dudo si a mí me pertenece mientras en todo lo demás, Amor, me raspas.

CUANDO ESTOY CANSADO

Cuando estoy cansado, como hoy, se me afloja el alma y se me caen los pies al abismo. No a cualquiera, sino al que fue tuyo y nuestro y al que no pasó; y la vista, se me queda congelada en los parajes de aquellas sierras, en las esquinas redondeadas de ese museo en que me llevabas de la mano y de aquel otro que visité por mi parte pero te dibujó en sus pastos, en sus paredes y en su folklor. Se me enchina la piel y los oídos se tuercen con el eco de esos acordes de aquel concierto en la ciudad cultural y las calles de adoquín y esas nubes tan cerca del coche que no nos dejaban ver, pero bien que nos dejaron sentir como hoy que siento tanto porque estoy cansado. Y es que cuando estoy cansado, se me revuelve el nosotros con el nunca... y el qué será.

DESDE QUE TE FUISTE...



Me dejé sacudir con las inclemencias del verbo (fuiste) y sí, también del tiempo (pasado) hasta que me quedé sin polvo y sin llanto. Me he entregado, en todo este tiempo, a las palabras ajenas y a los silencios propios, me he protegido de los puntos y confieso que se me han ido algunas comas de más.

He conjugado mejor, en estos días, la primera persona en singular, y desde hace varios meses escribo noche sin que me importe la tinta y tengo la cama acentuada sólo tácitamente.

Desde que te fuiste, tú, aunque es sílaba tónica dejó de ser sílaba práctica y yo dejé de ser sílaba ausente.