Quiero mojar mis palabras y sacudirles el polvo, limpiar sus raspones, retocar las orillas, reacomodar sus silencios o llenarlos de tinta fresca, quiero acentuarlas donde me dé la gana. Quiero lavarles las manchas de café, cambiar las mayúsculas de lugar, escurrirles la sangre o salpicarlas, lavarles el pretérito a las que no lo merezcan y arrancarles la segunda persona del singular que las lastima.
Quiero quitarles la tierra, limpiarles la ceniza, ponerles saliva en las heridas y en las tildes, remarcar las eñes (que me dan risa), descoser las haches para ver qué se vuelven, deshacer los pronombres personales e inventar algo más general que no hable de ti o de mí, que no hable de ti conmigo.
Quiero limpiar el cochambre de mis palabras, escogerles el tiempo y el lugar, esconderles pistas y borrarles comas, darles espacio, teñirlas, cortarlas, secarlas, inflarlas, convertirlas, hacerlas verbo...llorarlas.
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